La Tercera

Raul Madrid 96 final

Desde 2019, Chile ha tenido la oportunidad de experimentar en carne propia que el discurso público exige ciertas condiciones, sin las cuales no puede funcionar. Entre ellas se cuentan de manera principal el respeto a la ley y la exclusión de la violencia física como instrumento para alcanzar fines políticos.

De manera contundente, el país ha rechazado la institucionalización de dicha violencia y los impulsos refundacionales, otorgándole al discurso público un cariz de sentido común, que probablemente algunos se esfuercen todavía en suprimir para poder continuar con la ruinosa revolución desencadenada hace tres años.

Los resultados del Rechazo en el plebiscito de salida, sin embargo, han mostrado algo inédito y muy esperanzador: la lógica izquierda/derecha puede ser superada, subsumida en un mínimo más amplio: aquellos que están de acuerdo en respetar el Estado de Derecho, para preservar las instituciones democráticas y las libertades individuales.

¿Por qué no pensar entonces en un gran acuerdo político que incluya sensibilidades de izquierda, "amarilla" y de derecha, unidas todas en la preservación de un espacio público que garantice la disidencia, en un marco fuertemente democrático y respetuoso del Derecho, sin violencia ni cancelaciones ideológicas?

Además de ser -a estas alturas- un gran sueño, sería lo único que nos permitiría realmente avanzar en la mejora efectiva de las condiciones de vida de los ciudadanos: vivir en paz y sin el temor de que un cambio de gobierno sea equivalente a dudar de toda la institucionalidad pasada, presente y futura.

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