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Profesora María Elena 158x158

Una noche de conversación tranquila junto a sus amigas. Eso era todo lo que quería la mujer de 32 años que el sábado se desplazaba en su Mercedes Benz GLA 200 blanco por la calle Eduardo Castillo Velasco, en la comuna de La Reina, cuando de pronto comenzó a ser seguida muy de cerca por un sedán azul con tres sujetos en su interior.

'Tengo la costumbre de ir bien atenta a lo que pasa a mi alrededor, por lo que me di cuenta que tenía pegado un auto atrás, y que ese auto nunca me pasaba, a pesar de que yo iba bastante lento, entonces me puse en alerta', cuenta Verónica, quien no se llama así, pero que pidió usar ese nombre para resguardar su identidad durante esta entrevista. La mujer se enfrentó sola a los tres sujetos y no sólo escapó sin entregar su vehículo, sino que además durante el alboroto terminó atropellando sin querer a uno de los delincuentes que la amenazó con un arma de fuego. 'De pronto los tenía atrás y en un segundo ya los tenía al frente, bloqueándome el camino. Entonces se bajaron dos por las puertas traseras, más el sujeto que conducía, y todos estaban armados', recuerda la conductora, quien cuenta que todo ocurrió muy rápido. 'Sólo sé que reaccioné en un segundo cuando vi que se me abalanzaban sobre el auto.

Calculé si con mi auto alcanzaba a pasar entre el auto de los ladrones y la vereda, me agaché para evitar posibles disparos y me tiré nomás con todo hacia delante. De pronto sentí al delincuente sobre el capot de mi auto y supe que lo había atropellado, pero en ese momento en lo único que pensaba era en salir de ahí', detalla. Verónica apretó el acelerador y trató de escapar lo más lejos que pudo. Pero fueron solo 50 metros, pues en su escapatoria de los ladrones, la mujer golpeó el tren delantero de su vehículo contra la vereda, lo que destrozó la rueda del copilo e inutilizó el vehículo. 'En ese momento sí que me puse histérica, porque sentí más miedo que antes. Sentí mucho más miedo al darme cuenta que se me había parado el auto, que no podía avanzar y que los tipos aún estaban tratando de decidir qué hacer', confiesa Verónica, quien a esas alturas ya había comenzado a recibir ayuda de algunos peatones que andaban por el lugar.

-¿Pensó en entregar su automóvil?

-No, pero no por amor a lo material, sino porque ya ha quedado demostrado que entregar el auto no te asegura que no te maten. Además, cuando los vi venir hacia mí, me sentí más segura tratando de escapar, pero en el auto.

-¿Alguna vez pensó qué hacer ante una encerrona?

-No, jamás. Pero sí sé que hay que estar atento. Mi papá, y en general en mi familia, somos súper cabeza fría. A mí no me gusta quedar paralizada del miedo. Más que gritar, hay que hacer y resolver rápidamente con lo que hay.

-¿Y qué pensó tras atropellar al ladrón?

-Nunca se cruzó por mi cabeza herir o matar a nadie, sólo pensé en escapar. Estaba asustada y todo me salió muy espontáneamente, ya que nadie anda por ahí pensando en atropellar a nadie. Además, ellos eran tres, estaban armados, mientras que yo estaba sola y desarmada.

Legítima defensa

Sobre la salud del delincuente atropellado no hay mucho que decir. Aparte de las imágenes del intento de encerrona, no hay más registros del sujeto. Tampoco se reportaron consultas médicas de personas con esas características en ninguna sala de urgencias de la capital. La pregunta que cabe es si puede, en caso de haber lesiones o incluso de provocar la muerte de su atacante, alegar legítima defensa. Según el profesor Osvaldo Artaza, director del Centro de Estudios de Derecho Penal de la Universidad de Talca, es el tribunal el llamado a determinar si una persona actuó en legítima defensa, para lo cual debe tener por acreditadas tres variables.

'En primer lugar, que las lesiones fueron causadas para repeler un ataque o una agresión ilegítima como, por ejemplo, un ataque contra la propiedad o integridad física de quien se defiende'. Lo segundo, es que el medio de defensa sea 'racional', esto es, el menos lesivo de todos los medios posibles a los que podría haber recurrido. 'Para valorar el cumplimiento de este requisito -plantea Artaza-, el tribunal debe ponerse en el lugar de la agredida, es decir, preguntarse si la conductora del vehículo estuvo o no en posición de escoger otro medio de defensa en el caso concreto, tomando en cuenta, por ejemplo, el número de atacantes y el peligro al que se exponía en caso de no haber obrado como lo hizo'.

Finalmente, Artaza explica que 'el último requisito es que quien se defiende no haya provocado la agresión, lo que es evidente en este caso'. Más tajante es la profesora de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica María Elena Santibáñez, quien explica que 'acá se dan las condiciones para alegar una legítima defensa, porque se trata de tres hombres armados, en medio de la noche, contra una mujer desarmada que nos los agredió con su auto, sino que atropelló a uno de los ladrones mientras ella trató de ponerse a salvo. En mi opinión la víctima actuó correctamente'.

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