La Segunda

Cristian Saieh 158x1582

Si pudiera darle al presidente Boric un par de consejos negociadores, ¿cuáles serían?

–Que no genere expectativas irreales. Además, que siempre acompañe sus ideas con criterios legítimos, que no aspire a ser un régimen como Suecia o Nueva Zelanda en desarrollo social, económico y político. Que busque intereses comunes en el Congreso. Y que además negocie un pacto social y económico que incluya a muchos sectores lo más rápido posible. Él siempre habla de decisiones colectivas; pero debe ser un consenso con todos los actores.

Abogado de la UC, MBA de la Universidad Pontificia Comillas de España (ICADE) y director del Centro de Negociación de la UC, Cristián Saieh (53) recientemente obtuvo el galardón 'Mahatma Gandhi' de parte de la embajada de India y de la Universidad San Sebastián. Este reconocimiento, que también recibió póstumamente este año Patricio Aylwin, le fue entregado al socio del estudio jurídico Puga Ortiz Abogados, por su contribución a la difusión de la negociación y solución pacífica de conflictos sociales y económicos. 'La disciplina de la negociación aporta al arte de gobernar. Para gobernar es necesaria una dosis de pragmatismo, especialmente en un escenario de fragmentación política como la que se observa hoy en Chile. Nuestra clase política debe sentarse a conversar qué es lo mejor para el país, lo que significa saber renunciar. Si se pretende obtener todo lo que se busca al gobernar y negociar, terminaremos en una batalla de imposiciones que lo único que generará es más división', opina.

Árbitro y mediador del Centro de Arbitrajes y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago, el autor del libro 'Negociación, ¿Cooperar o Competir?' ha corrido 16 maratones. Entre ellas la de Nueva York, París, Londres, Berlín, Chicago y Washington. 'Competir en una maratón es sin duda una negociación compleja. Son varias las habilidades de los negociadores exitosos que se pueden aplicar a un corredor: propósito, determinación, estrategia, paciencia, prudencia, confianza, preparación, preparación y más preparación. Por eso yo mandaría a todo el nuevo gabinete de Boric a un taller de negociación'.

–¿Cómo se podrían preparar los próximos ministros en este aspecto?

–Deberían aprender pensamiento estratégico, que consiste en la habilidad de anticipar distintos escenarios. La negociación política es de transacción, por lo tanto, deben manejar técnicas de regateo. Es decir, qué tan pasado tiro el tejo, el punto objetivo que considero para ambas partes, y por último el punto de retirada que es donde no aguanto más, donde me paro y me voy. La política en una democracia liberal consiste en intentar lograr tus objetivos, entendiendo que necesitas a otros sectores para lograr mayorías. Por tanto, debes sacrificar mucho intentando no llegar a tu punto de retirada.

–Usted dice que Boric debe buscar intereses comunes en el Congreso, ¿como cuáles?

–Hay algunos que son idénticos en casi todos los sectores, como mejorar salud y las pensiones. Pero ellos deben plasmarse en proyectos de ley, regulaciones y políticas públicas consensuadas con un amplio espectro político. Ahí está la diferencia. Algunos están por sacrificar crecimiento para una mayor igualdad, incluso se habla de decrecimiento; mientras otros sostienen que es necesario crecer para igualar. La negociación habla de armonizar los intereses a través del diálogo y la deliberación. Pero cuando no escuchas, no hay acuerdos posibles.

–¿Y cómo puede el Presidente convencer a los grupos más duros de su propio sector?

–Le sugeriría una estrategia cooperativa siempre, no solo la que apareció en la segunda vuelta. Y cuando no pueda más con sectores más radicales que forman su bloque, que busque consensos amplios. Boric en ningún momento ha expresado que claudicará a sus propuestas de transformaciones profundas, radicales. Sin embargo, eliminar el neoliberalismo, como lo ha dicho reiteradamente, es un cambio de eje con el cual no solo basta el diálogo. Para inspirar confianza, debe abrirse a negociar genuinamente. Un ejemplo es Jacinda Arden, primera ministra de Nueva Zelanda. Ella negoció con todas las fuerzas políticas un acuerdo nacional histórico de un aumento salarial para las mujeres, que fue de hasta un 30%, gracias a sus capacidades negociadoras cooperativas. En estos días Boric ha asumido un rol de liderazgo mostrando que es un hombre de consensos.

–¿En qué sentido se ha mostrado con este perfil?

–Desde la campaña de segunda vuelta, y desde que salió electo pareciera escuchar y empatizar. Ha mostrado ser convocante e inclusivo. En sus frases lo está queriendo transmitir: 'Vamos a trabajar en equipo con todos los sectores. Los desafíos son demasiado relevantes para quedarnos atados a las trincheras. Aquí todas y todos somos necesarios'. Para que el Presidente y sus aliados generen confianza, deben lograr generar consistencia, credibilidad y empatía. La ciudadanía y los inversionistas demandan esas tres destrezas de la disciplina de la negociación que los llevarán a confiar. Sin alguno de esos factores, no será posible el diálogo ni los consensos.

–¿Qué significa escuchar activa y genuinamente para un mandatario?

–La capacidad de inspirar confianza es lo que hace que un Presidente genere consensos. ¿Por qué a Piñera le ha ido mal? Porque no da señales de confianza por su pasado; como fue todo lo que demoró en vender su participación en Latam o cuando llevó a sus hijos a la gira a China. La confianza es una apuesta al futuro basada en el pasado. En este gobierno, sabemos que se ha escuchado poco y se ha empatizado menos. Solo basta recordar al Ministro de Economía sugiriéndole a la gente que se levantara más temprano para pagar un metro más barato. Otra habilidad de un político, que lo hace ser un buen negociador, es la prudencia. Es pensar mis iniciativas con los riesgos posibles que estas conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no producir perjuicios innecesarios. Bachelet y Arenas, cuando trataron de imponer su reforma tributaria, que no quisieron negociar porque tenían mayoría en el Congreso, no fueron prudentes. Por eso esa reforma como la plantearon no salió y se produjeron considerables perjuicios en la economía.

'La ciudadanía no negocia, busca resultados concretos'

–Con el retorno a la democracia en Chile se vivieron los tiempos de la política de los acuerdos y los consensos.

–Ciertamente fue una época liderada por Patricio Aylwin y la oposición con excelentes resultados para Chile. El crecimiento económico, reducción sustancial de la pobreza y un país con más oportunidades fue la tónica de los ‘90. Esto se debió a que las partes supieron negociar, crear valor y renunciar a muchas de sus metas. Sin embargo, desde el gobierno de Michelle Bachelet uno observa un país más confrontado, polarizado y desconfiado. Perdimos la oportunidad de saltar al desarrollo en pocos años, porque no se quiso negociar y consensuar. Desde ahí nacieron las trincheras y las retroexcavadoras. Y aparece el ejemplo del senador del PPD por esos días, Jaime Quintana, con su frase: 'No vamos a pasar la aplanadora, vamos a poner aquí una retroexcavadora; porque hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal'.

–¿Cómo Piñera y Bachelet se cayeron de la cuerda floja en el ámbito de las negociaciones y los acuerdos?

–El mejor ejemplo es la reforma tributaria de Bachelet dos. Cuando ella trató de imponerla se cayó de la cuerda floja. Pues finalmente culminó en una pésima reforma y salieron los ministros Arenas y Peñailillo. Muchos parlamentarios de su sector le dijeron: 'Ojo con la retroexcavadora: acá hay consecuencias graves para la economía', pero ella no negoció con ellos antes. Y es que nadie gana a través de la imposición. Piñera y sus ministros se cayeron repetidamente con los 30 pesos del metro; las primeras ayudas tardías en la pandemia, entre muchos otros asuntos.

–Y sobre el conflicto en la Araucanía, ¿qué papel negociador puede jugar la Convención Constituyente?

–Un tremendo rol. El reconocimiento a los pueblos originarios plasmado en la Constitución es un buen primer paso. Esto, porque actualmente no está recogido en la Carta Magna y para ellos es clave que se les reconozca; tienen como pueblo particularidades: el amor por la tierra, la economía cooperativa, un propio lenguaje y forma de educar una memoria. Me encantaría que después de superado este conflicto, aparezca en la prensa que la señora Loncon jugó un papel relevante en esas negociaciones de paz. Ella es la líder de los pueblos originarios; si ella conduce un proceso de reconciliación, habrá pasado de la palabra a los hechos.

–Asimismo, ¿Cómo cree que será la relación de diálogo y negociación de Boric con el empresariado? Esto, teniendo en cuenta un programa de gobierno que incluye medidas como aumentar los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas.

–Están en la luna de miel y ambas partes han expresado palabras de buena crianza; en un apoyo constructivo y generación de confianza. Pero, ¿alguien piensa que los empresarios aguantarán la lluvia de reformas que se vienen sin oponerse a varias de ellas? Me parece que Boric y sus aliados no han calculado la necesidad de contar con el empresariado, como factor indispensable para lograr los cambios de su programa en pensiones, salud y sueldo mínimo. Los empresarios se mueven por dos aspectos muy concretos: certidumbre en las reglas del juego y rentabilidad. Si no existe cualquiera de ellas, el dinero se va de Chile.

–A su vez si hay un bajo crecimiento, alta inflación y un presupuesto fiscal ajustado, el Gobierno tendrá poco margen de maniobra para satisfacer las demandas sociales; ¿cómo podría negociar con la ciudadanía en un escenario así?

–Es que no se negocia con la ciudadanía, a la ciudadanía se le proponen programas y se cumplen o no. La ciudadanía busca resultados concretos. Si no se dan, no apoya. La ciudadanía es como el mercado, exige el cumplimiento de lo que se le ha prometido. Y hoy en día, la paciencia escasea. Por eso el problema es la alianza de Boric con el PC. Este partido le va a exigir que no se mueva del programa y para cumplirlo el Presidente necesita mucho más que su sector; necesita negociar.

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