El Mercurio

arturo fermandois 158 158

He tenido una mutación en los cana- les para expresar la música. Por decisión cariñosa pero jerárquica de mi mamá, gran pianista y concertista, nos mandaron a los seis hermanos al Conservatorio de la U. de Chile a estudiar, en paralelo al colegio. A mí me tocó primero flauta, a los siete años, y luego violín a los nueve, pero tras cinco sufridos años abandoné este lindo pero difícil instrumento. Pasé a la guitarra acústica, con cuerdas de nylon y después metálicas, folk. Fui más feliz y más libre; y a los 25 años rematé con la pecaminosa guitarra eléctrica.

En la familia somos cuatro generaciones de músicos hacia atrás, pero todos clásicos. Me tocó ser el primero en romper el código implícito en la tradición, zarpando a la música popular. Todavía confío en que la mamá me perdone esta desviación.

Partí tocando con guitarras prestadas, en un Chile donde todavía eran escasas y codiciadas. Pero el día de la graduación en el Colegio Manquehue, a los 17 años, mis papás me regalaron una usada pero fabulosa guitarra de doce cuerdas metálicas. Fue legendaria, con un sonido envolvente y que era como un sueño para esa época.

La primera canción que saqué en guitarra fue 'Dust in the Wind', de Kansas, y con ella impresionaba en los círculos escolares de la época. Toco todo tipo de música, folk, anglo, romántica, latina, de protesta ochentera también.

Tengo como guitarrista, creador y cantautor preferido a Cat Stevens. En el rock vocal el grupo America; en el melódico, Brian Adams y John Mellencamp. En rock pesado, los grandes ACDC. De los actuales encuentro muy potentes a Ed Sheeran y a James Blunt.

He pertenecido a varias bandas rock y fundado dos. Cuando era estudiante de derecho, en la Universidad Católica, tocábamos a dúo con mi amigo Felipe El-ton, que estaba en agronomía. Después, cuando pudimos comprar mejores instrumentos fundamos la banda 'Dirección Obligada' y llegamos a tocar en la Discoteque Gente, furor de la época.

A los treinta y tantos armamos otro grupo 'Altos y Bajos' y tocábamos canciones de rock latino, algo de Los Prisioneros, y clásicos como Journey, The Eagles y Sting. Antes de cumplir los cuarenta formé con otros amigos la banda 'Rockasaurios', que sigue activa hasta el día de hoy. El vocalista es José Francisco García, en el bajo está Jaime Urzúa Wilson y en la batería Augusto Errázuriz. Yo sigo modesto en la guitarra rítmica eléctrica, algunos solos y segunda voz. Tocamos rock alegre, clásico, melódico y movido. Canciones de The Kiss, Rolling Stones, Bachman Turner Overdrive, Peter Frampton, The Clash y Jimi Hendrix, entre otros. Hemos participado en el Festival 'Rock and Law' que organiza la Universidad de Valparaíso para abogados. En un entorno legal, se genera un carrete porteño entre gente de distintas vertientes musicales, ideológicas y geográficas.

Otro clásico es el asado anual en mi casa para mis alumnos de derecho en la PUC. Llegan unos cincuenta invitados y tocamos con la banda y los alumnos.

Una de las presentaciones más especiales del último tiempo fue en el Café Concert del Colegio Everest, donde soy apoderado hace veinte años. Aníbal, mi quinto y último hijo, se gradúa este año de cuarto medio y cuando interpretábamos 'Satisfaction', de los Rolling Stones, aproveché de despedirme formalmente frente a la audiencia.

Aníbal es el único de mis hijos que me siguió la vocación. Cuando él tenía 15 años me reveló que quería aprender guitarra. Tiene mucha más dedicación, constancia, idiomas y simpatía que yo, así que le vaticino un gran futuro.

Mi máximo sueño sería tocar en vivo con Cat Stevens, en persona, y junto a mi hijo Aníbal. Él en el solo y yo en la segunda guitarra de 'Father and Son', que es una canción muy especial.

Al tocar guitarra y cantar, la vida se ve mucho más colorida, más sensible y optimista. Es como abrir un canal de comunicación sin interferencia con la gente, más auténtico, inmediato y honesto que las palabras. La música te da permiso para expresar emociones sin vergüenza. Con una simple canción puedes lograr cosas inverosímiles, es un lenguaje universal que derriba barreras y acerca a las personas. Es como una invitación a navegar. La música tiene un inmenso poder'.

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