La Segunda

Alejandro San Francisco 158x158

Juan de Dios Vial Correa es una de las figuras más importantes de la historia reciente de Chile. Nació el 18 de mayo de 1925. Su enseñanza escolar la hizo en el Colegio de los Sagrados Corazones, en la Alameda de la capital, y posteriormente realizó sus estudios de Medicina en la Universidad Católica, a la que permanecería ligado el resto de su vida.

Pasó a ser parte de la vida intelectual del país, con un impacto y conocimiento mayor, en gran medida porque en 1985 fue nombrado rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, cargo que ejerció hasta marzo de 2000, cuando completó su tercer periodo. Dos años más tarde recibió una distinción especial, al ser reconocido como "Doctor Scientiae et Honoris Causa" por su casa de estudios.

Al cumplir noventa años de edad, la Universidad le rindió un homenaje, ocasión que Vial aprovechó para recordar su primer encuentro con la que sería su casa de estudios por toda una vida. Así lo manifestó en un discurso muy personal, pronunciado en el Salón de Honor de la Casa Central de la UC:

"Se dio en 1942 en estos mismos locales (Casa Central]. Recuerdo la gran oficina, algo destartalada del rector —iluminada por una ampolleta de 40W—, a quien se encontraba a menudo en los corredores. Era una universidad pequeña, en la que uno se topaba fácilmente con el rector, que recorría a diario los corredores o el camino entre la universidad y la iglesia de Las Agustinas, donde residía. El encuentro con don Carlos Casanueva tenía algo de impresionante. Ya anciano y débil, de pequeña estatura, pero poderoso vozarrón cuando desplegaba ante nosotros las cosas de Dios y de la Iglesia. Su compañía sugería unción, austeridad y mucha astucia.

En estos locales se me dieron experiencias marcantes, profundas, 'encarnadas; con rostro humano. Fueron algunas de esas experiencias, esos contactos los que fueron modelando, de modo desordenado pero efectivo, mi modo de ser universitario'

Eran los años del rectorado de monseñor Carlos Casanueva, quien puso su sello a la institución durante casi tres décadas. Haber estudiado Medicina despertó en el joven Vial un interés especial por la ciencia, que lo llevó después a continuar su formación de posgrado en el Instituto Cajal, en Madrid, a comienzos de la década de 1950, que representó un paso decisivo en su vida. En 1952 se incorporó como profesor a la Universidad Católica, entonces una institución pequeña, con apenas trece académicos de jornada completa.

Siempre manifestó una preocupación especial por la ciencia y por la falta de desarrollo de la misma en las universidades chilenas. Así lo expresó en un interesante artículo publicado en revista Finis Terrae en 1964 donde exponía la paradoja de "una intensa actividad científica" en aquellos años, bajo cuya superficie se escondía "un mundo agitado por el desconcierto y la frustración y dominado por un desánimo". A su juicio, el problema podía resumirse así: "Nuestras universidades no saben valorar a la ciencia", reflejando ellas una actividad dispersa y generalmente subordinada a otros objetivos. Ahí enfatizaba que, para transmitir el espíritu propio de la actividad científica a los alumnos, era necesario especialmente que el profesor estuviera impregnado de dicho espíritu. En una de sus conclusiones más importantes señalaba:

El enorme aumento de la población estudiantil, por un lado, y el crecimiento y diferenciación en la vida nacional, por otro, exigen a las universidades un aumento de su capacidad, no solo en cuanto al número de estudiantes, sino, y muy esencialmente, en cuanto al número y variedad de las posibles carreras. Si no se quiere perpetrar un verdadero engaño a la nación, esta tarea demandará la presencia de un número muy crecido de docentes que hayan recibido una excelente formación científica. La formación de estos cuadros supone un esfuerzo concentrado yen gran escala. Si él no se emprende de una vez, nuestro sistema universitario entrará a corto plazo en una gravísima crisis.

Es interesante destacar que se trataba de una concepción de la ciencia que podríamos llamar 'humanista. Por lo mismo, sostenía que "el objeto propio de la investigación universitaria es el desarrollo del espíritu humano" y aclaraba que la ciencia no era en primer lugar "un cuerpo de verdades adquiridas, sino una actividad del espíritu".

En 1966 fue designado decano de la Facultad de Medicina, en medio de dificultades presupuestarias y un enfrentamiento entre la dirección de la Universidad y esta importante Facultad. Para entonces, Vial había sido solo profesor, apenas superaba los 40 años de edad y fue promovido para asumir el decanato después de haber tenido una participación importante en las discusiones durante el conflicto. "El prorrector saludó al Dr. Vial y le agradeció su acto de sacrificio", tras lo cual el nuevo decano hizo una exposición muy detallada sobre los ingresos y egresos, nombrándose una comisión para procurar una solución razonable a los problemas presupuestarios.

La toma de la UC y la Reforma Universitaria

En 1967 la historia de la Universidad Católica estaría marcada por el movimiento estudiantil y por la toma del u de agosto.

Ese año el tema involucraría al conjunto de la Universidad, con ocasión del crecimiento del movimiento reformista liderado por la Federación de Estudiantes (FEUC), que dirigía Miguel Ángel Solar, quien era alumno de Medicina y había tenido a Vial como profesor. Solar recuerda, con admiración y sonriendo, que "Vial nos perseguía [para enseñarnos]; tenía un verdadero afán por transmitir conocimiento. Sin embargo, el tema de fondo en1967 pasó a ser la decisión de la FEUC de promover el cambio de rector, es decir, la salida de monseñor Alfredo Silva Santiago, a quien valoraban como persona, pero estimaban que no debería dirigir una universidad que —según consideraban— se encontraba en crisis y requería cambios urgentes. Los acontecimientos se precipitaron con la toma de la Universidad Católica.

Era un hecho grave e inédito, que mereció la condena unánime del Consejo Superior de la UC: el decano de Medicina señaló que se trataba de "un acto de violencia que puede traer pésimas consecuencias. Los estudiantes realizaron una medida de fuerza que no era necesaria". Sin embargo, en la práctica, con el paso de los días la situación se decantaría a favor de la posición de la FEUC, que recibió el respaldo del arzobispo de Santiago, monseñor Raúl Silva Henríquez, quien propició un acuerdo que en la práctica significaba la salida progresiva del rector, a través del nombramiento del arquitecto Fernando Castillo Velasco como prorrector. En los años siguientes, Juan de Dios Vial tendría una participación muy destacada en el llamado proceso de Reforma Universitaria. Fue un académico involucrado en la discusión, que procuró llevar siempre hacia el ámbito propiamente científico, universitario, sustrayéndolo de las ideologías y la política contingente. Su posición quedó registrada en cartas, artículos y discursos en los claustros, en los que participó como representante de los profesores. Su actitud era tolerante con las demás personas, pero intransigente en la defensa de la autonomía y misión de la Universidad Católica.

Si uno pudiera resumir la posición de Juan de Dios Vial en los días de la Reforma Universitaria, me parece que está bien sintetizada en su carta a Rafael Echeverría, presidente de la FEUC en 1968. Su gran tarea fue mantener el proceso, en la medida de sus fuerzas, en un ámbito específicamente universitario. Que se conservara y reformara todo lo que fuera necesario, pero siempre bajo la premisa decidida de "forjar juntos una universidad verdadera". En la misma línea concluía con una reflexión que consideraba fundamental:

Deseo colaborar lealmente, y al máximo de mis capacidades, con las autoridades universitarias que nos rigen; pero si nuestra universidad se orientara un día según los principios que condeno, no habría halago ni amenaza que me pudiera inducir a sumarme a un sistema corrompido.

En este sentido, podríamos decir que tenía una visión realista, no ideologizada, de la Reforma. Entre los defectos de la universidad que se vivían a fines de la década de 1960, estimaba necesario mencionar "su egoísmo, su tendencia a moverse por espíritu de grupo o de partido, su golosa preferencia por la declaración seudoideológica frente al trabajo paciente y creador, su incapacidad de traducir sus ideales en metas definidas de acción, y su cómodo escepticismo frente a ideas y valores':

En cuanto al origen del proceso, consideraba que la universidad había vivido una revolución en 1967, y lo argumentaba señalando que el cuerpo colegiado había modificado su estructura y la generación de la autoridad de manera radical, cambiando el sistema de convivencia de un siglo de tradición, todo lo cual ocurrió "en breve tiempo y bajo el impacto de una insurrección". Cuando denunció el vicio de la politización que había corrompido la vida religiosa e intelectual de la universidad, no lo circunscribió a un problema creado por la Reforma, sino que advirtió que se trataba de una tara preexistente que no pudo ser extirpada. Sin embargo, criticó a la fuerza triunfante en 1967 por demostrar "una inconsistencia ideológica y una falta de realismo político notables". Todo esto muestra un pensamiento original, propio, no partisano.

Valoraba la existencia del Claustro, que "no es una academia, no es un club de debates, no es un sitio donde se vengan a cobrar rencores", sino un organismo de gobierno importante, al que "le corresponde formular recomendaciones de política que tienen un tal peso moral que pueden llevar a rectificaciones fundamentales de la política universitaria':

Por otra parte, como observaría en otra oportunidad, muchas veces el problema radicaba en un error de apreciación de la realidad universitaria previa a 1967, cuando "el profesorado de las universidades chilenas había aumentado progresivamente en número y había mejorado grandemente en calidad': y aumentaban los docentes con dedicación completa a la universidad.

Por lo mismo, la toma interrumpió este "proceso gradual de evolución académica" y, a la zaga de los estudiantes, vinieron "los políticos profesionales que querían a la universidad para el Gobierno".

Era una vorágine difícil, donde él rechazaba que hubiera solo buenos y malos, aunque apreciando claramente que la crisis de la universidad estaba inserta en una crisis más profunda del Estado.

Académico a tiempo completo

Cuando se interrumpió el proceso de Reforma, por la intervención militar del n de septiembre de 1973, Vial se encontraba viviendo en Boulder, Colorado (Estados Unidos), realizando actividades de investigación. A su regreso a Chile volvió a sus funciones estrictamente académicas, de investigación científica y docencia, aunque siguió vinculado a la opinión pública y la reflexión universitaria, como manifestó de distintas maneras.

En cuanto a su actividad como investigador, era miembro de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile; de la Sociedad de Biología de Chile, donde sirvió como presidente entre 1975 y 1977; de la Sociedad Latinoamericana de Microscopia Electrónica y de la American Society for Cell Biology. Además, fue miembro del Consejo Superior de Ciencias entre 1981 y 1983, presidiéndolo en el periodo 1982-1983. Adicionalmente, realizó numerosas investigaciones y publicó sus resultados en revistas especializadas, junto con publicar algunos libros de difusión, como una historia de la célula.

En estos años aparecieron sus artículos en la Revista Universitaria, de su casa de estudios. Sabemos, además, que participaba como invitado en diferentes charlas y conferencias entre pares y también con alumnos: por ejemplo, inauguró en 1980 el III Congreso Científico de Estudiantes de Medicina de Chile. Paralelamente, escribió en diversas publicaciones sobre temas universitarios, en un contexto de cambios estructurales en la enseñanza superior en Chile. En la revista Realidad se refirió a temas de gran actualidad, como la política científica, los desafíos y la vocación de la universidad, los títulos profesionales y otros. ¿Por qué le preocupaban estos temas de interés nacional o de "políticas públicas", como se diría más adelante? La respuesta la da él mismo:

Con el movimiento estudiantil del 67, muchos académicos nos dimos cuenta de que, si no nos preocupábamos de cosas de índole general, como puede ser el desarrollo de la ciencia, si no abandonábamos la estricta adhesión a nuestro quehacer profesional, simplemente íbamos a pasar a pérdida porque había un movimiento de cambio en la universidad y de inquietudes, muy grande. Entonces, era imposible, si uno era un profesor que tuviera alguna influencia académica, "hacerse el leso": Y entonces me ocupé de varias cosas, como el desarrollo de la ciencia.

En materia de investigación, consideraba que debían darse ciertas condiciones básicas para el éxito de la política científica: la estabilidad, el respeto a la iniciativa del investigador, la participación y responsabilidad de los científicos, la cobertura nacional, todas las cuales deben estar interconectadas:

Los cuatro puntos señalados conforman un todo orgánico de cuya implementación puede esperarse, una elevación de la calidad de nuestro esfuerzo científico; su distribución pareja a lo largo del país; un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles, y una relación más realista y efectiva de nuestra ciencia con las grandes necesidades sociales del país.

El tema de fondo en sus reflexiones era la recuperación de la tarea y de la noción de la universidad, venida a menos por los materialismos y utilitarismos.
(...)
En el momento que vivía Chile, Vial percibía ciertos obstáculos al desarrollo de la libertad universitaria. El primero era "la trivialización o vulgarización de la vida intelectual", de la que las instituciones habían sido "cómplices por cobardía": se insertaban carreras, estudios y actividades sin rigor ni exigencias, que hacían a las universidades multitudinarias y heterogéneas. Un segundo factor era la politización, es decir, "el control de las universidades por el poder político", que actúa con una tendencia incontrolable a crecer y dominar. El tercer obstáculo es el utilitarismo, "que busca de las universidades una relación de insumo-producto que es incomparable con su modo de ser como institución", lo que a su vez conlleva el peligro "dirigista", de que se asignen recursos para actividades o investigaciones útiles, a las que califica "de interés nacional':

Como se puede apreciar, el profesor Vial no era solamente un académico que hacía clases e investigación científica, sino que también tenía un pensamiento universitario propio, que era aplicable para su propia institución y, en mayor medida, para el sistema nacional en su conjunto. Muchas de las temáticas que planteaba eran de un profundo interés social, tenían que ver con transformaciones institucionales o hábitos culturales que, bien desarrollados, podrían tener un enorme impacto positivo en Chile, país con tradición universitaria, pero con mucho que aprender de los sistemas más prestigiosos del mundo, así como de sus académicos más proactivos o que hubieran desarrollado un pensamiento universitario propio, algo poco habitual en los ambientes educacionales. Este era precisamente el caso de Juan de Dios Vial Correa.

Por lo mismo, no cabe duda de que a Emes de la década de 1970 era un profesor destacado más allá de los límites de su propia disciplina. Así lo reconocían las autoridades de la propia Universidad Católica, que en 1978 le solicitaron que dictara una clase magistral con ocasión del aniversario número 90 de la casa de estudios, en una actividad que se desarrolló en el edificio Diego Portales.

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