El Diario de Concepción

Jose Luis Cea 158x158

Treinta y seis enmiendas a la carta fundamental, 18 proyectos de ley destinados a recuperar la confianza en la probidad de las instituciones, son a juicio del ex ministro del Tribunal Constitucional y actual presidente de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile, José Luis Cea Egaña, suficiente argumento para desestimar un Proceso Constituyente, más en tiempos en que el país aparece demasiado dividido como para hacer acuerdos.

- El ministro Muñoz, presidente de la Corte Suprema, también señaló que no considera necesario tener una nueva constitución...

- En primer lugar yo soy escéptico, no estoy seguro de que se puedan cumplir los objetivos que anunció la Presidenta de la República y, por lo tanto, puede ser que fracase. ¿Qué consecuencia tendría que fracasara el proceso? Seguramente afectaría agitando la opinión pública, creando un clima de conflicto de desencuentro incluso de algún nivel y, ojalá que así no sea, de violencia.

En segundo lugar creo que no es necesario una nueva Constitución, porque se han hecho todos los cambios que se ha querido, por la Nueva Mayoría y antes por la Concertación, de manera que lo que hoy día se dice que serían los cambios, que recordemos no se conocen, salvo algunos reproches que se hacen al poder de veto de las minorías o al poder de las leyes orgánicas constitucionales sin quórum calificado; aparecieron recién en el año 2007 y no antes. Por lo demás, cuáles son los verdaderos problemas que tiene el país, no es la Constitución defectuosa o exitosa, sino a mi juicio son de carácter ético o moral y no se resuelven para nada con una nueva constitución.

-¿Cómo se resuelven?

-Educando desde la más tierna infancia y a lo largo de toda la vida, (inculcando) el respeto a los valores, a la dignidad humana, de la amplitud de juicio y la tolerancia, de la valoración por las instituciones republicanas, por la satisfacción del deber cumplido y no únicamente el sentirse acreedor de derechos, eso es lo que hace falta.

-¿Cuáles pudieran ser los factores que llevarían al fracaso este proceso constituyente?

-El desencuentro entre los chilenos, éste no es un país unido, sino uno bastante dividido. Es cuestión de ver como reaccionan los diversos grupos, en cuestiones que uno podría pensar que son motivo de unión en las discusiones parlamentarias, uno ve como afloran las divergencias. Chile es un país escindido, entonces llevarnos a un cambio de constitución puede ser un proceso muy difícil de cerrar. Porque cuando se discute sobre constituciones se divide más el país. Maquiavelo hace unos siglos atrás le dijo al príncipe: no cambie las instituciones. Al amparo de la vieja Constitución se hicieron todas las fortunas que existen y por la nueva Constitución se harán las fortunas de quienes no las tienen hoy día.

-Vamos Chile ha planteado la posibilidad de politización de los cabildos. ¿Están las garantías para que ello no ocurra?

-En este momento no existen esas garantías, las está estudiando el Gobierno, pero existe el riesgo de que se puedan politizar e instrumentalizar en favor de determinadas corrientes políticas.

-¿Cómo se puede garantizar la objetividad del proceso?

-Legislando eso y no dejándolo solamente a lo que se decida en la posición de la Presidenta de la República o en algún ministerio, esto debiera haberse venido legislando desde hace mucho tiempo atrás, pero se está improvisando y no se sabe muy bien qué va a resultar. Es el ministro Eyzaguirre el que está tirando líneas, pero de manera muy exploratoria todavía, entonces es muy grande el riesgo.

Yo no me opongo al cambio, creo que el cambio es incesante, pero también podría ser inconveniente.

-El hecho de que no estén las garantías, ¿Podría hacer suponer que en el pasado hubo vicios en la construcción constitucional?

-Este es un proceso que nunca se había hecho, es un esfuerzo muy grande que se está haciendo y no es comparable.

-¿Fue a su juicio la vía más adecuada para modificar la Constitución?

-No, habría que continuar modificando el sistema a través de reformas incesantes, estos procesos constituyentes son el candado perfecto para no hacer ninguna reforma.