El Mercurio

Gabriel Bocksang 158x158

Señor Director:

Muchas personas, con toda buena voluntad, han expresado su confianza sobre el hecho de que el tenor de una reforma constitucional, o incluso de una nueva Constitución, permitirá por sí solo cambiar radicalmente algunos problemas que hoy estamos o estaríamos padeciendo.

Sin desconocer que las normas constitucionales pueden y deben ser instrumentos que impulsen la prosperidad espiritual y material de Chile, algunos recientes hechos de nuestra vida política son un llamado a enfrentar estos desafíos sin ingenuidades ni vanaglorias.

Para nadie es un misterio que un larguísimo paro afecta a uno de nuestros más importantes servicios públicos. Sin embargo, pocos parecen recordar que en el artículo 19 N° 16 de la Constitución se contiene la disposición inequívoca de que "no podrán declararse en huelga los funcionarios del Estado ni de las municipalidades".

No pretendo analizar en estas líneas la conveniencia o inconveniencia de que exista una prohibición absoluta en materia de huelgas sobre los funcionarios públicos, sabiendo, por lo demás, que en distintos países se ha llegado a diversas soluciones. Lo único que quisiera subrayar es que muchas veces no basta un texto constitucional para revertir, modificar o impulsar un determinado comportamiento de las personas o una cierta mecánica dentro de la operatividad de los órganos que componen el Estado.

Por consiguiente, así como un mínimo realismo nos indica que es absurdo negarse a toda modificación en materia de normas constitucionales, el mismo también nos indica que una exaltación o paroxismo de las expectativas sobre lo que una norma es o no capaz de lograr podría desembocar en una desilusión ciudadana mucho mayor de la que ya constatamos en los más diversos niveles. Así, y sin quererlo, el paro del Servicio de Registro Civil e Identificación se presenta como un llamado silencioso, pero elocuente, a nuestros representantes políticos para que actúen con la mayor seriedad y sobriedad en materias constitucionales. La intención no siempre desemboca en la eficacia.