El Mercurio

Cristóbal Orrego 158x158

Señor Director:

Felicito el llamado a extirpar el corporativismo (editorial de 30 de junio: "Preocupantes síntomas de corporativismo"), si se lo entiende como un abuso que consiste en conceder a las organizaciones que defienden intereses parciales algunos privilegios contrarios a la igualdad ante la ley, junto con un influjo excesivo en la regulación de sus propias actividades, en perjuicio de las exigencias del bien común.

Los grupos que "El Mercurio" menciona parecen recibir un trato privilegiado: el Colegio de Profesores, en relación con la reforma educacional; la CUT, en la reforma laboral; los grupos indígenas, en el conflicto mapuche. Sin embargo, no necesariamente es un privilegio dar especial relevancia a la voz de los directamente afectados, porque "el abuso no quita el uso". Hay un marco legítimo para que las partes interesadas en una legislación específica sean escuchadas, y sus intereses sean debidamente armonizados con los del país como un todo. Un Estado que carece de representación corporativa moderada, como sería deseable, termina por dejarla en manos de "lobbies" oscuros, donde los privilegiados son los ricos y los poderosos, y de la fuerza de la calle, donde los privilegiados son los más ideológicos y violentos.

Aprovecho la ocasión para felicitar también el editorial, en la misma página y día ("Libertad de expresión"), donde se hace eco de la preocupación de la Asociación Nacional de la Prensa, la Sociedad Internacional de la Prensa y la Asociación Mundial de Periódicos, por un proyecto de ley que, con el fin de proteger el medio ambiente, podría exigir autorización administrativa previa para publicar periódicos. Más allá de la intención actual de los legisladores y del Gobierno, esas disposiciones podrían restringir la libertad de expresión. Es encomiable que los gremios de la prensa hagan presente a los legisladores este problema específico.