El Mercurio

Cristobal Orrego 2013

Señor Director:

Doña Mónica Jiménez, embajadora de Chile ante la Santa Sede, es, sin duda, "testigo privilegiado" del Sínodo sobre la Familia. Además, es una ciudadana católica cuyas opiniones reflexivas nos merecen especial consideración y respeto.

Sin embargo, en mi opinión, su carta del pasado miércoles ha contribuido a la desinformación sobre el evento eclesial, porque se hace eco solamente de cuanto interesa a la corriente progresista, especialmente de la visión favorable de algunos obispos (cardenal Kasper y otros) hacia conductas reñidas con la moral católica. Me permito, pues, complementar la información, basado en fuentes fidedignas públicamente disponibles, como las entrevistas otorgadas por los protagonistas que menciono.

Primero: Ante las protestas de varios cardenales y de la mayoría de los padres sinodales, además de grupos católicos provida y familia, la Santa Sede ha debido corregir el texto del reporte intermedio (aunque sigue siendo deficiente) y aclarar, además, que no tiene ningún valor doctrinal.

Segundo: Los cardenales Müller, Burke, Pell y otros, además de "tres cuartas partes de los participantes" (según Pell), han criticado el reporte parcial, especialmente por sus concesiones inaceptables en materia de reconocimiento positivo de uniones ilegítimas y de la homosexualidad, y por la despreocupación por la inmensa mayoría de las familias católicas, que se mantienen fieles a la enseñanza de la Iglesia, a veces con grandes esfuerzos y contra toda la máquina poderosa de los sacerdotes progresistas y de la prensa liberal.

Tercero: El secreto impuesto a los padres sinodales (como nunca antes) ha merecido la protesta del cardenal Müller, quien ha defendido el derecho de los fieles a conocer las presentaciones, y del cardenal Burke, quien además ha repudiado la manipulación de la información en las ruedas de prensa. El silencio sospechoso de los progresistas, que suelen exigir transparencia, no me llama la atención.

Cuarto: Es verdad que el Papa ha pedido hablar con libertad y escuchar con humildad, y ha afirmado que él es la garantía de la libertad de todos (por eso no interviene para tomar partido: escucha, deja hacer) y de la fe católica (porque cumple la función eclesial asignada por Jesucristo: confirmar a los hermanos en la fe).

Este es el mismo Papa Francisco que ha excomulgado al sacerdote australiano Greg Reynolds, en 2013, por promover la agenda gay dentro de la Iglesia y la ordenación de mujeres. Por eso, confío en que el Papa, si la campaña progresista en Chile se pone dura, no permitirá que se licue la fe, como hace la "Pastoral de la Diversidad Sexual" mencionada por la señora embajadora. De paso, aprovecho de agradecer al Nuncio de Su Santidad y a la Congregación para la Doctrina de la Fe que se hayan tomado en serio su deber de proteger la fe de los débiles, amenazada por quienes, en Chile, la corrompen con errores intolerables.