El Mercurio Legal

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"Lo políticamente correcto se opone a la idea de libertad de expresión". Así sentencia el profesor de la Universidad de Stanford, Michael McConnell, quien a continuación señala que dicho concepto es solo "una excusa para censurar".

De visita en Chile para exponer en las X Jornadas Internacionales de Derecho Natural de la Universidad Católica, el académico estadounidense se refirió en entrevista con El Mercurio Legal acerca de este y otros temas, como por qué las leyes que castigan los discursos de odio en algunas partes del mundo serían consideradas inconstitucionales en su país o la libertad que tienen las universidades privadas para limitar sus programas.

Así, afirma que pese a que los planteles académicos debiesen ser uno de los lugares más abiertos para expresar opiniones, incluidas aquellas que puedan resultar controversiales, en el último tiempo eso no está sucediendo. ¿La razón? Las universidades estarían "protegiendo a los estudiantes y a los académicos de discursos que puedan ofenderlos", lo que a su juicio no se condice con el rol que debiesen tener.

"Con demasiada frecuencia, tratan de silenciar discursos de naturaleza pública e incluso de índole política, porque muchos alumnos pueden no estar de acuerdo con ellos", dice y luego agrega que algunos planteles poseen "códigos" que determinan lo que se puede o no se puede decir y, aunque prácticamente en cada ocasión estas normas han sido desafiadas en tribunales o por motivos constitucionales, "las universidad insisten en tratar de limitar las opiniones, de formas que van en contra de su naturaleza".

Y ejemplifica con un caso. Hace un tiempo hubo una conferencia en Stanford donde iba a debatirse sobre el matrimonio homosexual, sin embargo, se negaron a pagarle al expositor que estaba en contra. "La explicación fue que los alumnos podían sentirse ofendidos, pero esa no es una legítima razón para limitar la discusión pública en asuntos de importancia pública", comenta.

Pero la situación no sería para todos así, ya que McConnell afirma que los planteles privados, incluidos aquellos de carácter religioso y a diferencia de los públicos, tienen el derecho a "poner sus propias reglas", las que son aceptadas por quienes se unen a ellos.

— ¿Por qué cree que lo políticamente correcto se opone a la libertad de expresión?

— En las sociedades libres no existe una cosa como lo políticamente correcto y no se debería censurar a la gente solo porque no concordamos con ellos. En los últimos cientos de años, hemos comenzado a tener protección legal para las voces minoritarias, pero lo políticamente correcto no es otra cosa que un nuevo tipo de mayoría y una forma de opresión para las minorías. Porque además siempre son, por supuesto, las personas que tienen el poder las que deciden qué entra o no en esta categoría.

El ser humano es así, no nos gusta discrepar, decimos que nos gusta la tolerancia, el pluralismo, pero en realidad no es así, porque nos hace sentir incómodos. Si tengo un punto de vista religioso o político fuerte, es posible que piense de la otra persona que no tiene un razonamiento sensato, que está equivocado o que es malvado, y lo quiero hacer callar.

Tenemos que pensar más acerca del valor de la libertad de expresión, incluso para las personas con las que no concordamos. Creo que estamos actualmente en un período donde el valor de las voces disidentes es poco apreciado. Es especialmente importante hacer esto para quienes defienden los derechos de aquellos que difieren con ellos, porque cuando una de estas controversias surge, si el único objetivo es estar de acuerdo con el expositor, defender sus derechos, hay un problema, porque es muy importante que la gente que esté en contra pueda expresarse.

— ¿Cómo podría ser regulada constitucionalmente la libertad de expresión?

— Como todo derecho, la libertad de expresión no es absoluta, hay cosas que salen de las bocas o los teclados de las personas que deben ser regulados, pero creo que debe ser hecho a través de reglas que sean entendidas y que no estén dirigidas a un particular opositor, por ejemplo, si vamos a tener reglas diseñadas para prevenir las manifestaciones públicas que puedan terminar siendo violentas, las mismas reglas deben ser aplicadas a una manifestación de izquierda como a una de derecha, y tenemos que ser muy cuidadosos con las personas que están haciendo cumplir esas normas.

Estoy muy de acuerdo con que exista un amplio margen de libertad de expresión en general, pero más importante que la cantidad de opiniones que permitimos, es cómo las manejamos, porque si todas estas reglas son aplicadas a ambos lados estaremos bien. Por ejemplo, una manifestación antiaborto debe ser tratada exactamente de la misma forma que una contra la guerra, así como una convención política conservadora debe tener las mismas reglas que una de izquierda. Eso es esencial, pero cada vez está ocurriendo menos y, por el contrario, estamos creando reglas diseñadas para silenciar ciertos puntos de vista.

— ¿Cómo funcionan esas reglas?

— Nuestra Constitución no regula los límites de la libertad de expresión, pueden existir pero será en ordenanzas de las respectivas ciudades, en leyes estatales o quizás en regulaciones de las universidades o sus estatutos, pero luego la pregunta es si esas normas son permitidas para ser puestas en marcha o si restringen la libertad de expresión. Esas leyes, algunas veces, son consideradas inconstitucionales y no se pueden ejecutar.

Se trata de una interacción entre estos cuerpos gubernamentales y las leyes, donde luego la Corte decide si ésta es constitucional o no.

— ¿Qué temas son especialmente sensibles en Estados Unidos?

— La discriminación positiva es muy sensible, así como el aborto, asuntos de género y algunos temas religiosos, como los relacionados con el Islam. Por lo menos en Estados Unidos, puedes ser ofensivo con la religión cristiana, pero debes ser muy delicado si vas a criticar al Islam. También son sensibles en las universidades las clases que tienen que ver con asuntos de violación y política criminal, tengo entendido que algunos profesores han decidido que no pueden enseñar realmente sobre eso, porque son cuestionados sin importar lo que digan.

En las universidades, la oposición a matrimonio homosexual es muy fuerte todavía, donde los estudiantes no se sienten libres para expresar sus puntos de vista contrarios en este aspecto.

— ¿Cuál sería una solución o una respuesta correcta a los casos de discursos de odio?

— La situación es Estados Unidos es diferente, no tenemos leyes contra el discurso de odio y la mayoría de aquellas que vemos que existen alrededor del mundo, como las que hay en Canadá, Australia o Alemania, por ejemplo, serían claramente inconstitucionales.

Creo que la única razón para algo parecido tendría que estar relacionado con una ofensa dirigida específicamente a una persona, no el estar dando un discurso público, porque si alguien está frente a una audiencia, la única limitación que existe es si hay un claro y presente peligro de incitación a algún tipo de violencia. Es un estándar muy alto, donde no puedes castigar el discurso político público porque insulta a algún grupo.

No es algo que suceda con mucha frecuencia en Estados Unidos, pero puede ocurrir.

En las universidades

— ¿Cuáles podrían ser los límites de la libertad de expresión en universidades con afiliación religiosa?

— Las universidades privada tienen el derecho a establecer un entorno distinto, de la misma forma que las universidades públicas están obligadas constitucionalmente a lo contrario. Si un plantel con afiliación religiosa quiere tener un ambiente moral más restrictivo, tiene el derecho a hacerlo, pero creo que la mayoría de estas instituciones no tienen grandes restricciones y, en muchos aspectos, permiten una mayor libertad de expresión en el sentido práctico.

El discurso religioso es importante y, en muchas ocasiones, se ve más desalentado en ambientes seculares que en otros. Por ejemplo, tengo un amigo judío ortodoxo que hace clases en una universidad católica y que me ha contado que siente que tiene más libertad para discutir asuntos religiosos, desde una perspectiva judía, en una universidad religiosa de lo que podría ser en otras.

— ¿Qué garantías necesitan ser aseguradas bajo cualquier circunstancia?

— Prefiero pensar en el sentido contrario: todo puede ser dicho y las limitaciones solo pueden existir ante una situación de violencia, esa es una primera fuente potencial de restricción. De igual forma, la comunicación que es uno a uno y está diseñada con la intención de ofender a alguien no es permisible, eso es algo cierto tanto en el exterior como en las universidades, que en el caso estadounidense son más extremas, ya que los estudiantes viven juntos en dormitorios, van a clases juntos, comen juntos, son demasiados juntos como para permitir estas situaciones.

— ¿El concepto de universidad se puede ver afectado por enseñar materias que no representen los valores de la institución?

— Si estamos hablando de planteles públicos, no lo creo, porque éstas simplemente no tienen valores aparte de ser una universidad, que incluye asuntos de importancia que pueden ser complejos. Por eso, los académicos tienen libertad para proponer sus cursos, incluso si son contrarios a las creencias de la administración.

También creo que en las universidades privadas esto es diferente. Efectivamente poseen ciertos valores y fueron creadas con el propósito de propagarlos, eso es algo que tanto los profesores como los estudiantes saben, pero estas instituciones, especialmente las religiosas, poseen efectivamente mayor libertad para asegurar que los cursos que imparten son consistentes con su particular sistema de valores.