El Mercurio

Roberto-Guerrero

Las paredes de la pieza de Saúl Cancino (25) aún conservan la huella de sus diez meses de estudio para el examen de derecho en la U. de Valparaíso. Son los murales donde escribió toda la materia de Derecho Civil y que hoy mantiene como si fueran una pieza de museo. "Más que leer y releer las cosas, lo que a mí me funcionaba era transcribir y asociar conceptos y definiciones", cuenta. "Cuando se acerca la fecha del examen cuesta conciliar el sueño. Es una presión grande que agobia".

Saúl estaba llegando al final de ese proceso, cuando se dio cuenta de que la primera materia que había aprendido ya se le estaba olvidando. Y, apremiado por el tiempo, decidió aumentar sus horas de estudio. En el camino, terminó con su polola y se perdió varios cumpleaños familiares. Al final, pasó el examen con un meritorio 5,5 y las felicitaciones de la comisión. "El nerviosismo es incomparable", dice. "No creo que vuelva a estar así, ni siquiera cuando me toque alegar en la Corte Suprema".

Esos mismos nervios le jugaron en contra una y otra vez a Claudia Espinosa (35), ex estudiante de la Universidad Finis Terrae. En un período de ocho años, dio el examen tres veces: en la primera, no supo responder las preguntas de Derecho Civil; en la segunda, se quedó en blanco en la misma etapa, y solo la tercera -después de prepararse con una tutora personal- logró aprobar. Entremedio, tuvo otro intento que se pospuso a último minuto por una crisis de nervios. "Todos los miedos que tuviste durante la carrera se te vienen el día del examen", confiesa.

Por su complejidad y alto nivel de tensión, el examen de grado de derecho es uno de los más temidos en la universidad. Las razones son variadas: la cantidad de materia que hay que estudiar, las presiones del entorno y el miedo de enfrentarse a una pregunta difícil o una comisión demasiado exigente son obstáculos que no todos logran superar. "El examen tiene un nivel de estrés muy grande, porque define si la persona aprobó o no la carrera", sostiene Roberto Guerrero, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. "Eso genera un nerviosismo que hace que a una proporción de personas le cueste más".

Una estadística que se repite es el extenso tiempo que pasa para que los futuros abogados logren titularse. Según datos del SIES, el promedio de duración de la carrera en Chile es de 18,1 semestres y la presentación al examen de grado desde el momento del egreso toma alrededor de dos años. Por eso, la UC eliminó la tesis como parte del proceso para alivianar la carga. Actualmente, el porcentaje de reprobación de sus alumnos fluctúa entre el 10 y el 15%, y el 50% de sus egresados se titula durante el primer año de egreso. En la Universidad de Chile, en tanto, el porcentaje de reprobación oscila entre el 22% y el 25%, aunque en los últimos diez años aumentó en un 50% la cantidad de alumnos que rinde el examen.

Para evitar que sus estudiantes aplacen el grado, otras universidades implementaron modificaciones a su prueba. Ese es el caso de la U. Diego Portales, que ahora tiene un examen íntegramente escrito y con un plazo máximo de dos años para que los alumnos completen el proceso. En abril pasado, la nueva evaluación arrojó cerca de un 61% de reprobación, aunque hay varias atenuantes. "Se presentó mucha gente que había egresado hace quince años. Y, mientras más distante era la fecha de egreso, peores eran los resultados", afirma el decano Juan Enrique Vargas. "Uno de los problemas que tenía el sistema antiguo es que los alumnos decidían libremente cuándo daban su examen de grado. Muchos de ellos se ponían a hacer otras cosas y postergaban el estudio durante años".

El mercado de las tutorías

Debido a la diversificación de los exámenes, la figura del preparador es cada vez más común y demandada. En internet es posible encontrar una enorme oferta, que va desde oficinas que ofrecen este servicio hasta alumnos recién egresados o abogados que combinan su profesión con tutorías. Para los estudiantes, el objetivo es simple: un interrogador les permite tener un feedback permanente, controlar mejor la ansiedad y aprender a elaborar sus propias definiciones.

Un ejemplo es Eduardo Rodríguez, quien ejerce como asesor legal en el ámbito público y privado y, desde hace cinco años, dedica parte de sus tiempos libres a preparar a alumnos de derecho para el grado. Actualmente tiene siete alumnos y su filosofía es que el tutor debe ser lo más parecido a un coach . "Como este período es de mucho estrés para ellos, el manejo de las emociones es algo importante", dice. "Y lo que les interesa es encontrar a alguien que, junto con entregarles conocimientos, les sirva de motivador constante".

Además de los profesores particulares, también existen áreas de estudios jurídicos que se dedican especialmente a hacer tutorías. Este es el caso de tutoriasdegrado.cl, cuyo equipo está conformado por alumnos egresados o licenciados de la Universidad de Chile. Su plan mensual cuesta $70 mil y no se remite únicamente a interrogaciones. "Tenemos un sistema mixto donde la gente se interroga una vez por semana y, además, puede asistir a seminarios de preparación con clases grupales de derecho civil y procesal", afirma el administrador, Roberto Pérez de Arce. "Desde el 2011 hasta la fecha se han matriculado cerca de 500 personas y el resultado es positivo en más de un 90% en relación con aquellas personas que terminan sus procesos sugeridos".

Según Pérez de Arce, el tiempo promedio de una persona que le va bien en el grado y lo aprueba es de ocho meses, con un ritmo de estudio de siete horas diarias y de lunes a sábado -es decir, entre 45 y 50 horas semanales-. "Yo siempre digo que es un tema de voluntad", sostiene. "La persona que es capaz de mentalizarse para lo que significa este proceso y desconectarse de otras cosas va a poder lograrlo". Sin embargo, revela que un 65% de los alumnos que toman las tutorías desertan antes de llegar al final del proceso. "No es fácil ponerse a estudiar tantas horas al día", complementa.

El derecho a relajarse

Viviana (29) acaba de dar por segunda vez su examen de grado en la Universidad Diego Portales y espera ansiosa los resultados. En la primera se preparó durante un año y diez meses y tuvo que sortear varios obstáculos. "Lo que más me complicaba era ver a mis pares que eligieron otras profesiones y hace rato hacían su vida laboral", cuenta. "Estuve un año enferma con úlceras, alergias y pasé varios sábados en la urgencia por dolores de estómago inexplicables. Hasta que llegué a un doctor y me dijo: 'o te dejas de castigar o vas a terminar en una autodestrucción'".

La primera medida que tomó fue cambiar sus hábitos: en vez de encerrarse a leer sola todo el día, empezó a trotar y hacer pilates. Y, sin disminuir su ritmo de estudio, vivió una segunda preparación completamente distinta. "Simplemente traté de tener otras actividades y liberar tensiones a través del deporte", cuenta.

La actividad física es una de las medidas más recomendadas por los especialistas para disminuir los niveles de tensión. "Son situaciones estresantes que son percibidas por los estudiantes como amenazantes y producen ansiedad", afirma la psicóloga clínica Rosita Alaluf, quien ha tratado a varios estudiantes de derecho en este proceso. "Cuando esto alcanza una elevada intensidad, se puede ver reflejada en cambios somáticos y una pérdida de control sobre una conducta normal".

Para tener una rutina de estudio mucho más amigable, Alaluf recomienda varios tips como practicar ejercicios de relajación, evitar el encierro, comer y dormir bien y no perder la actividad social los fines de semana. Además, es fundamental que el alumno establezca horarios de estudio razonables que pueda cumplir. "Y entender que (el examen) es un evento tremendamente importante por toda la carga que tiene, pero no significa la vida o la muerte".

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