El Mercurio

Raul Madrid Ramirez buenas

Señor Director:

Quiero agradecer muy sinceramente a los abortistas que pusieron el martes, en la zona del Museo de Bellas Artes, reproducciones de un cartel con el título "esto no es humano", en el que se veía la silueta de un niño en el vientre materno.

La figura, ennegrecida, parecía flotar solitaria en medio de un océano blanco. Daba la impresión de estar acurrucado sobre sí mismo, y, aunque los autores se habían preocupado de que la posición no mostrara las facciones de la cara, su cabeza -inequívocamente humana- se adivinaba en el juego claroscuro.

Era tan profunda la humanidad que provenía del afiche, que su presencia en las calles de Santiago se convirtió en el testimonio más poderoso, mucho más que todas las palabras y todos los argumentos, de que el aborto es un crimen, probablemente el peor de todos, un crimen de un niño indefenso.

Al pasar de nuevo en la tarde por el mismo lugar, el cartel ya había surtido efecto: no quedaba casi ninguno, y al que alcancé a ver todavía en su lugar, alguien le había borrado la palabra "no", de modo tal que ahora sí anunciaba con palabras lo que la imagen gritaba desde la mañana: "Esto ES humano".