La actividad organizada por la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo de Perú, contó con la participación del académico UC quien abordó el tema de la gobernanza mundial.

La Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (Perú) desarrolló a través de Zoom, el segundo Conversatorio lecturas iusfilosóficas de la pandemia, actividad que contó con la participación de Claudio Sartea, profesor de la Universidad de Roma Tor Vergata, y del profesor Derecho UC Raúl Madrid.

En su intervención, el académico UC y director del Programa de Derecho, Ciencia y Tecnología UC se refirió a la gobernanza mundial, identificando tres argumentos a favor de ésta a partir de un artículo publicado por Bill Gates en el Diario El País de España. Estos son: el coronavirus no discrimina fronteras; debe pensarse en una estrategia a escala mundial; y que sean organismos supranacionales los que se encarguen de dicha estrategia.

Sin embargo, explicó, existen ciertas dudas respecto a la efectividad de un gobierno de esta especie, puesto que, por una parte, las organizaciones supranacionales pueden terminar, en los hechos, imponiendo determinadas concepciones morales como condición para la participación en los beneficios relativos a la pandemia. Por otro, la legitimidad de un gobierno supranacional es dudosa, puesto que, para dirigir a una comunidad se requiere de un conocimiento específico de las circunstancias particulares del pueblo al que se gobierna. “La experiencia muestra que los pueblos poseen una configuración espiritual diversa que se manifiesta en cosmovisiones y tradiciones también diversas, las cuales, a su vez, se traducen en disposiciones y ordenaciones socio-económico-jurídicas no menos diversas. Esto apunta al centro del problema: una autoridad mundial es incapaz de alcanzar el bien común real, sólo el teórico, porque es incapaz de conocer realmente –no de modo puramente abstracto- las necesidades de las comunidades”.

Al finalizar su exposición, el profesor Madrid concluyó que el establecimiento de un poder supranacional no asegura la tutela de los derechos humanos, puesto que la vigencia misma de tales principios se debe a su positivación por los usos comunitarios. La existencia de un poder mundial acarrearía la imposición de una forma de régimen sobre pueblos diversos con tradiciones, idiosincrasias, culturas y disposiciones también diversas, tendiendo a su homogeneización. Y, finalmente, propone que no se aplicaría el principio de subsidiariedad entre el poder supranacional y los respectivos estados, haciendo ilusorio seguir hablando de comunidades políticas, en la medida en que éstas estarían sujetas a una potestad superior.