La máxima autoridad de la Iglesia Católica se reunió con el mundo académico y de la cultura en la Casa Central de la UC. Más de 3.100 invitados escucharon de cerca el mensaje del Sumo Pontífice. 

Emoción, aplausos, cantos y gritos inundaron la Casa Central UC al recibir al Santo Padre Francisco el 17 de enero, pasadas las 18.30 horas. Su mensaje estuvo colmado de imágenes e invitaciones para que el mundo académico se forme en la excelencia, para poder ser un aporte al país y al mundo.

El Santo Padre ingresó a la UC junto al Cardenal Ricardo Ezzati, fue recibido por el rector Ignacio Sánchez y fue saludando a su paso a los 3.100 asistentes, pertenecientes al mundo de la educación y la cultura, que estaban ubicados en cinco zonas distintas de la Casa Central: el Patio Juan Pablo II y su segundo piso, el Salón Fresno, la Plaza Juan de Dios Vial del Centro de Extensión y su segundo piso. Mientras el Pontífice iba caminando, se interpretó el Gloria de la “Misa criolla” de Ariel Ramírez. 

En su discurso, el rector Ignacio Sánchez, se refirió a los "grandes desafíos como sociedad, en temas como la convivencia nacional y la capacidad de avanzar en comunidad. Destacando el compromiso y apoyo en el cuidado de la vida".

"Su visita significará la apertura a un nuevo espacio de diálogo, aliento y renovación en el encargo que Usted mismo nos ha hecho, cual es prepararse a ser una guía en este proceso de humanización de los pueblos y de evangelización de la cultura, a la luz del mensaje de Cristo. Su presencia representa un nuevo impulso para nuestra renovación y cambio personal, por lo que su mensaje permanecerá por siempre en la UC y al interior de todos nuestros corazones", dijo la autoridad de la Universidad Católica.

Llamado a la alfabetización integradora

El Papa Francisco en su mensaje expresó su alegría por estar en la UC: “Estoy contento por estar junto a ustedes en esta Casa de Estudios que en sus 130 años de vida ha ofrecido un servicio inestimable al país. Agradezco al rector sus palabras de bienvenida en nombre de todos los presentes”.

Su Santidad se refirió al importante ejemplo que el Padre Hurtado entregó en su paso como estudiante de Derecho en la UC: “La historia de esta universidad está entrelazada, en cierto modo, con la historia de Chile. Son miles los hombres y mujeres que, formándose aquí, han cumplido tareas relevantes para el desarrollo de la patria. Quisiera recordar especialmente la figura de san Alberto Hurtado, en este año que se cumplen 100 años desde que comenzó aquí sus estudios. Su vida se vuelve un claro testimonio de cómo la inteligencia, la excelencia académica y la profesionalidad en el quehacer, armonizadas con la fe, la justicia y la caridad, lejos de disminuirse, alcanzan una fuerza profética capaz de abrir horizontes e iluminar el sendero, especialmente para los descartados de la sociedad”.

Francisco se refirió a desafíos que el mundo de la educación debe asumir con respecto a la convivencia nacional. “La convivencia nacional es posible —entre otras cosas— en la medida en que generemos procesos educativos también transformadores, inclusivos y de convivencia. Educar para la convivencia no es solamente adjuntar valores a la labor educativa, sino generar una dinámica de convivencia al interior del propio sistema educativo. No es tanto una cuestión de contenidos sino de enseñar a pensar y a razonar de manera integradora. Lo que los clásicos solían llamar con el nombre de forma mentis”. 

“Y para lograr esto es necesario desarrollar lo que llamaría una alfabetización integradora que sepa acompasar los procesos de transformación que se están produciendo en el seno de nuestras sociedades”, recalcó. 

“Tal proceso de alfabetización exige trabajar de manera simultánea la integración de los diversos lenguajes que nos constituyen como personas. Es decir, una educación —alfabetización— que integre y armonice el intelecto —la cabeza—, los afectos —el corazón—, y la acción —las manos—. Esto brindará y posibilitará a los estudiantes un crecimiento no sólo armonioso a nivel personal sino, simultáneamente, a nivel social. Urge generar espacios donde la fragmentación no sea el esquema dominante, incluso del pensamiento; para ello es necesario enseñar a pensar lo que se siente y se hace; a sentir lo que se piensa y se hace; a hacer lo que se piensa y se siente. Un dinamismo de capacidades al servicio de la persona y de la sociedad”. 

“La alfabetización, basada en la integración de los distintos lenguajes que nos conforman, irá implicando a los estudiantes en su propio proceso educativo; proceso de cara a los desafíos que el futuro próximo les presentará. El «divorcio» de los saberes y de los lenguajes, el analfabetismo sobre cómo integrar las distintas dimensiones de la vida, lo único que consigue es fragmentación y ruptura social”, expresó el Papa. 

El Papa destacó un segundo elemento fundamental para la UC: la capacidad de avanzar en comunidad. “Esta comunidad está desafiada a no quedarse aislada de los modos de conocer; así como tampoco a construir conocimiento al margen de los destinatarios de los mismos. Es necesario que la adquisición de conocimiento sepa generar una interacción entre el aula y la sabiduría de los pueblos que conforman esta bendecida tierra. Una sabiduría cargada de intuiciones, de «olfato», que no se puede obviar a la hora de pensar Chile. Así se producirá esa sinergia tan enriquecedora entre rigor científico e intuición popular. Esta estrecha interacción entre ambos impide el divorcio entre la razón y la acción, entre el pensar y el sentir, entre el conocer y el vivir, entre la profesión y el servicio. El conocimiento siempre debe sentirse al servicio de la vida y confrontarse con ella para poder seguir progresando. De ahí que la comunidad educativa no puede reducirse a aulas y bibliotecas, sino que debe ser desafiada continuamente a la participación. Tal diálogo sólo se puede realizar desde una episteme capaz de asumir una lógica plural, es decir, que asuma la interdisciplinariedad e interdependencia del saber. «En este sentido, es indispensable prestar atención a los pueblos originarios con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios”.

Durante la ceremonia, le fueron entregados al Santo Padre cinco regalos de parte de la UC: el libro “Textos escogidos de antropología cristiana” de Pedro Morandé; la medalla de la Universidad Católica por sus 130 años de creación; una pequeña maqueta en madera que representa al proyecto UC, Capilla País; cuadernos de oración y un documento de compromiso con la paz; y “Lienzo Vivo”,, creado por Luis Larrondo, profesor de la facultad de Ciencias Biológicas, el cual reproduce la imagen del Santo Sudario, a partir de la reacción de un hongo expuesto a la luz, representando la integración de la ciencia, el arte y la fe. Cada obsequio representa el quehacer de las distintas unidades académicas que participaron en la planificación de la visita.

Por su parte el Papa entregó como regalo a la UC un gran libro con mapas del año 1.600. Además hizo un obsequio personal al rector Ignacio Sánchez: una medalla con las imágenes de San Alberto Hurtado y Santa Teresa de los Andes.

Al finalizar la ceremonia, el Santo Padre fue despedido con aplausos de los asistentes, mientras un coro de 90 integrantes de la comunidad UC interpretó el himno a la alegría de la “9ª sinfonía” de Beethoven. El Pontífice salió por la puerta principal de la UC y subió al papamóvil camino a la nunciatura. 

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Información periodística: Prensa UC