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"Me gusta el acuerdo. Me parece que está lejos de ser una cocina", dijo de entrada Patricio Zapata, abogado constitucionalista, militante DC, académico de la Universidad Católica -y quien lideró el Consejo de Observadores Ciudadanos que impulsó la Presidenta Michelle Bachelet durante su mandato-, sobre el pacto político acordado por un grupo transversal de parlamentarios, el pasado 15 de noviembre, con miras a elaborar una nueva Carta Fundamental.

Zapata aseguró que desde hace tiempo ha creído que es bueno tener una nueva Constitución. Pero, al mismo tiempo, pese al acuerdo, recalcó que "no quisiera que nadie piense que el ánimo con que he estado este tiempo ha sido de jolgorio, que ando feliz, con cotillón y dichoso. Los profesores de (derecho) constitucional no somos unos extraterrestres. Y he compartido el dolor, la angustia, los miedos y ansiedades de millones de compatriotas. Cualquier ejercicio que uno haga que no parta de esa mínima empatía, arriesga a ser percibido como una frivolidad y un ejercicio estrambótico, porque han sido semanas de mucho dolor".

Luego, añadió que es desde ese ánimo con el que aborda el camino para elaborar una nueva Constitución. "Y, en la misma línea, me he propuesto de que no se cifren expectativas desmesuradas ni en el ejercicio ni en un potencial buen producto".

Zapata participó este miércoles 20 de noviembre en el seminario "Análisis del escenario Constitucional" junto al abogado Arturo Fermandois, como parte de los encuentros "Construyendo País" que organiza PAUTA junto con la Cámara Chilena de la Construcción (CChC).

"Yo creo que, en general, las personas que promueven la nueva Constitución no han venido diciendo que porque sea nueva va a mejorar automáticamente las pensiones, o van a haber más camas en los hospitales o va a solucionarse el problema de la violencia en La Araucanía de un día para otro. Yo tampoco lo he dicho nunca", relató Zapata. "Pero es posible, si somos irresponsables, que haya personas que tengan esa expectativa y creo que nuestra comunidad no resiste más frustraciones. Entonces, para que nadie se confunda, yo por lo menos no me paso películas respecto a lo que pueda ser un mejor pacto político y una mejor Constitución".

Y explicó: "Puede contribuir bastante, pero está lejos de ser una panacea".

Problema global

Zapata ahondó en que los problemas de legitimidad que tienen hoy las élites son globales. "En España tenemos crisis constitucional y en Chile tenemos crisis constitucional. Entonces, es muy poco serio pretender que el problema es Jaime Guzmán y que nosotros tenemos una cuestión muy peculiar. Porque hay una crisis planetaria de la representación política, de la prestancia y respeto por las instituciones, de las elites, de los especialistas, de los políticos. Es profunda y nos va a acompañar por el resto de nuestras vidas y también a nuestros hijos, que van a vivir un mundo en que la cuestión de la legitimidad va a tener una importancia crucial".

El abogado comentó también que al enfatizar en la legitimidad no es que desprecie la eficiencia y la gobernabilidad. "No estoy negando que un país que crece al 0,5 % está condenado a tener problemas. Yo tengo claro que un crecimiento mediocre hace difícil las cosas, por muy geniales que sean las instituciones políticas que uno tenga. Tampoco estoy negando que la salud en Chile pasa por tener una mejor gestión de los recursos".

"Pero -siguió- hagamos un poco de autocrítica. ¿Cuánto del problema que estamos enfrentando no tiene que ver, quizás, con una cierta obsesión monotemática con la experticia, con la eficiencia y un descuidar la legitimidad?. Porque pensar que la legitimidad se funda únicamente en que hay que crecer al 4% o 5%, significa que cada vez que nuestros commodities bajen de valor o cada vez que tengamos un problema, nos vamos a ir a la punta del cerro, pues hemos puesto todas las bases de nuestra convivencia en eso".

Y añadió que por eso cree que un ejercicio de autocrítica de todos es clave en este momento. "¿Por qué una discusión constitucional nos puede ayudar?", preguntó. "Me he convencido que el mejor antídoto contra el populismo es la discusión, la reflexión, el diálogo y el debate. Un pueblo que solo está preocupado de campeonatos de fútbol o de farándula, está claramente más expuesto a que se le ofrezcan soluciones mágicas".

En ese sentido, explicó que, según su experiencia, los grupos de personas pasan por tres momentos. "El primero es por catarsis, emocionalidad, en el que hablan de sus miedos, rabias y resentimientos". En el segundo, "efectivamente hablan de sus derechos, y pareciera ser que ahí surge un consumidor constitucional que pide derechos". Pero, continuó, inevitablemente, viene un tercer momento "en el que las personas que participan, dejan de ser consumidores y entran en modo ciudadano: piensan en sus deberes, obligaciones; en sus hijos. Eso ocurre".

Y agregó: "Si alguien cree que el 90% de sus compatriotas es radicalmente egoísta, cortoplacista y fácil de engañar, cualquier ejercicio de esta naturaleza es inconveniente. Yo esperaría que pudiéramos advertir la tremenda reserva de sensatez que existe en nuestro país. Si tuviera que apuntar con el dedo a las responsabilidades de muchas de las cosas que han pasado en las últimas semanas y meses, más que apuntar a la chilena o chileno medio, lo haría quizás a ciertas élites económicas, políticas, sociales, algunas muy ideologizadas, muy polarizadas, algunas violentas".

"Tenemos que invertir en legitimidad"

Zapata señaló que coincide con Arturo Fermandois en el sentido de que muchas de las cuestiones que se le critican a la Constitución de 1980 "no están explícitamente en ella. Pero hagámonos cargo de las muchísimas cosas, por hablar de los últimos 25 o 30 años, que se han planteado y han sido declaradas como inconstitucionales. Y la lista es eterna, como por ejemplo, acreditación de las universidades, porque hay muchos abogados que dijeron que eso era inconstitucional".

Otro ejemplo que relató fue que el fortalecimiento de las juntas de vecinos, a principios de los 90, fue declarado inconstitucional. "Y la idea de que una parte de la cotización que hacemos a la salud, a las isapres o Fonasa, pudiese ser solidaria, también fue tildada como inconstitucional. También el que los recursos que se nos sacan de nuestra renta para cotizar la previsión pudieran ir en parte a nuestra cuenta individual y en parte a un fondo solidario, fue tildado de inconstitucional. Es una larga lista", aseveró.

Por lo mismo, el abogado agregó que a nadie le puede parecer raro que existan "muchas chilenas y chilenos que han sentido que esta Constitución les era ajena. Y el problema es complejo, porque se han hecho cerca de 40 reformas, algunas bien importantes. Entonces, hay que preguntarnos por qué el problema subsiste".

"Las personas conspirativas podrían pensar que hay un comando central que mantiene viva esta demanda como una manera de ganar votos y sube a la micro a miles de necios. Pero hay una percepción profunda de que esta Constitución es más para unos que para otros. Ese es un dato enorme. Vivimos en un país donde hay un conjunto de compatriotas que defiende la Constitución con toda su alma e inteligencia. Y tenemos otros grupo que no puede defenderla con ese entusiasmo, porque no la sienten suya. ¿Es sensato aferrarse a una fórmula que divide de esa manera?".

Complementó que es en los momentos de crisis en que es útil que "hayamos invertido en legitimidad institucional. Y vamos tener que invertir en materia de jueces, de fiscales, de parlamentarios, partidos políticos, municipios. Porque la discusión constitucional es un buen modo de hacer esto en forma sistemática".

Fractura generacional

Zapata relató que hoy las nuevas generaciones deben tomar la decisión de si reciben la posta de sus padres o no, en cuanto al país que deben decidir: "Este es el momento de la herencia. Y los abogados sabemos que esta se acepta o se rechaza".

Sigue: "En este sentido, hoy no basta con decirles (a las nuevas generaciones) lo bien que lo hicimos en los últimos 30 años y repetirles hasta el cansancio cómo bajamos la pobreza del 40% al 8%; repetirles que hemos crecido más que el resto de América Latina. Eso hay que hacerlo, pero no puede ser lo único. Hay una fractura generacional bien importante y, en algunos aspectos, preocupante. Y esa es una ocasión para hacer ese ejercicio".

Según el abogado, no hay mejor ejercicio de educación cívica que ponerse a discutir durante dos años las reglas constitucionales: "Arriesgamos a tener una juventud que desvalorice cosas como el diálogo, el respeto, que piense que con tal de tener un fin noble o valioso, los medios importan poco. O que desprecien el sufragio y valoren más la calle o la asamblea. Y uno eso ya lo ve en las universidades. Hay que socializar políticamente a esos jóvenes".

Por eso, señaló que le gusta el acuerdo político suscrito la madrugada del 15 de octubre. "Fue hecho un edificio muy simbólico, en el viejo Congreso Nacional. No fue en una casa en Vitacura de un particular. Fue frente a la cámaras y las personas que concurrieron, tienen legitimidad democrática. Abollada, oxidada, pero nadie le regaló los votos a nadie".

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