El Mercurio

Gaston Mansilla 158x158

El 4% de cotización adicional es la arista que se agrega al largo debate del bajo nivel de las pensiones. Al inicio, la discusión fue un contrapunto entre el sistema de ahorro individual y el de reparto, con argumentos más ideológicos que económicos. El informe de la Comisión Bravo (2015) legitimó el sistema de capitalización individual y entregó propuestas eclécticas. El efecto más concreto fue la creación del Pilar Solidario, que atenúa fallas del sistema, pero no aumenta en general las pensiones. Dentro de las medidas de la Comisión Bravo se cuenta el incentivo al trabajo de personas mayores, pero nuevamente apuntando a mitigar las fallas en el segmento más bajo, sin atender al problema de las pensiones como un todo. Las cifras de empleabilidad del INE muestran que en las cohortes de edad sobre 55 años el nivel de desempleo se hace decreciente, pero esto hay que entenderlo con otros elementos, como la informalidad laboral, las lagunas de cotizaciones y su bajo nivel.

Sería conveniente analizar los impactos en el mercado laboral de medidas como el proyecto en actual discusión, nivel de salarios mínimos, concentración de mercados, subcontratación y leyes de estabilidad en el empleo. Desde luego, han estabilizado el mercado de los servicios temporales en algunas industrias, pero la estabilidad laboral propiamente depende de incentivos económicos. Dos criterios para centrar el análisis: (1) Del punto de vista económico, el sistema de capitalización individual entregará pensiones razonables cuando el fondo acumulado arroje la rentabilidad correspondiente. (2) Cualquier reforma al sistema previsional producirá efectos en las pensiones no antes de 40 años, pero producirá externalidades negativas en el mercado laboral inmediatamente (así, el 4% adicional pudiera aumentar la informalidad laboral). Por ello, las medidas para mejorar pensiones en el corto y mediano plazo deben apuntar a fortalecer el mercado laboral, corrigiendo sus fallas estructurales, de modo que dicho mercado absorba eficientemente la oferta de trabajo a un precio que refleje lo que la demanda está dispuesta a pagar, optimizando el nivel de empleabilidad y de remuneraciones, luego la continuidad y nivel de las cotizaciones previsionales.

Entonces, habrá que hacerse cargo de las fallas del mercado laboral que determinan que un universo de personas laboralmente activas no logre permanecer formalmente en dicho mercado, para obtener y capitalizar el valor que agrega. Una de estas fallas es la Selección Adversa (Gibbons y Katz, 1991; Greenwald, 1986, sobre Akerlof, 1970). Consiste en que la información de los buenos trabajadores será retenida por sus actuales empleadores, evitando que sea conocida por la competencia, de modo que esos trabajadores no entrarán realmente al mercado laboral. La situación es grave en trabajadores con menor nivel de educación, expuestos a no conocer su propia capacidad y valor. Esto lleva a dos cosas: (1) Los trabajadores no podrán acceder a oportunidades que presenten su mejor opción salarial y (2) El mercado de los que buscan trabajo será dominado por trabajadores que tienen baja posibilidad de empleabilidad, de modo que el precio de equilibrio general de los salarios tenderá a la baja.

Todo lo anterior, en perjuicio de los buenos trabajadores que eventualmente ingresen al mercado laboral. Es rol del Estado corregir las fallas de mercado, que para nuestro ejemplo debiera ir por el lado de generar y difundir información relevante, por ejemplo de cargos y rentas (en otro ámbito, el Sernac Financiero mejoró el mercado financiero tan solo levantando y estandarizando la información pertinente). Hay otras formas de optimizar el mercado laboral, como incentivos a las empresas (tributarios y otros), para contratar trabajadores de más de 60 años. Lo que no es posible es que la autoridad y los diferentes grupos de interés continúen solo incorporando paliativos al sistema previsional y no aborden el mercado laboral bajo prismas más realistas y objetivos.

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