El Mercurio

Gabriel Bocksang 158x158

Desde hace algún tiempo, diversos observadores sugieren que el mundo experimenta un período dotado de características muy peculiares. Ello se desgranaría de factores diversos, que van desde el cambio climático hasta los avances tecnológicos, confluyentes en un reordenamiento de conjunto que también impactaría sobre la realidad jurídica. Un profundo análisis sobre este aspecto del Derecho resulta crucial para la comprensión de nuestra época, y en torno a él podremos ser testigos en Chile de una discusión de altísimo nivel mundial durante la Conferencia ICON-S2019.

Esta conferencia, que se realizará a principios de julio por primera vez en el hemisferio sur, y que tendrá como sede la Pontificia Universidad Católica de Chile, contempla alrededor de un millar de ponencias de cientos de académicos de Derecho Público provenientes de todo el mundo, incluyendo a muchos de los más destacados cultores de la disciplina a nivel mundial. En sus paneles se tratarán temas tan variados como los derechos humanos, inmigración, inteligencia artificial, populismo, tendencias regulatorias, deterioro democrático, Estado de Derecho, entre muchísimos otros. La convocatoria a la conferencia '¿El Derecho Público en tiempos de cambio?' da cuenta de una sensación (y quizás una inquietud) compartida a nivel planetario por muchos investigadores.

Lo anterior revela una verdad muy profunda, imposible de soslayar para quien se interese por los asuntos públicos. Todo orden político —y toda civilización— es en realidad una construcción vulnerable, a pesar de los ingentes esfuerzos desplegados a lo largo de siglos y aun milenios en orden a su consolidación. Así como en arquitectura las más sólidas y admirables construcciones están expuestas a padecer graves perjuicios, derivados de factores muchas veces sorpresivos (como lo muestra el estremecedor incendio de la Catedral de Notre-Dame en París), a análogas vicisitudes están expuestos los ámbitos de la política, el Derecho y la cultura.

La libertad ínsita al ser humano hace imposible trazarle un derrotero inevitable. En efecto, a diferencia de lo que ciertas corrientes de pensamiento sugerían —y continúan sugiriendo—, la historia no parece estar sometida a cursos inconmovibles. El comunismo, que en algún momento parecía avanzar inexorablemente a constituirse en hegemónico, frustró su promesa expansiva a fines del siglo pasado. Y el supuesto triunfo definitivo de la democracia liberal capitalista amenaza con frustrarse en lo sucesivo, tal como lo pregona una abundante literatura de crisis que transita desde la exploración de las corrientes filosóficas más profundas hasta el estudio de un resquebrajamiento en instituciones y consensos hasta hace poco incuestionados en las democracias occidentales.

La academia desempeña un rol indispensable en este análisis. El uso inteligente de la libertad humana exige deliberación, y, tratándose de asuntos que están en los fundamentos del orden político y jurídico, exige especialmente la reflexión profunda, serena y disciplinada que caracteriza a la Universidad. En la sociedad occidental, la Universidad ha sido un lugar de vivificación de la cultura, y no solo un lugar de instrucción. Sin ella, nuestra civilización sería muy distinta. Hoy, en pleno siglo XXI, la Universidad está llamada a pensar en grande y, desde el cultivo de la tradición viva del conocimiento heredado, a constituirse en un genuino espacio de reflexión sobre el futuro de la civilización.

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