La Segunda

Macarena Letelier 158x158

La hoy directora ejecutiva del Centro de Arbitraje de la CCS, fue impulsada por la fallecida exsenadora Olga Feliú para ser 'una chica Harvard'.
 
Macarena Letelier (43) tiene buena memoria sentimental. Recuerda que el 18 de enero de 1993, el día que falleció su abuelo, el exministro y exsenador conservador Luis Felipe Letelier, y quien la inspiró para estudiar Leyes, llegó el cardenal Raúl Silva Henríquez y a través del cristal del féretro le dijo al difunto: 'Jeta, Jeta, por qué te fuiste antes que yo. Nos teníamos que ir juntos'. O que el 25 de junio de 2017, cuando por WhatsApp supo de la muerte en Santiago de su maestra, Olga Feliú, estaba en una clase en Harvard escuchando al filósofo uruguayo Julio Decaro. Después salió, caminó hasta el río Charles y ahí rezó por la exsenadora.

El 6 de junio, Letelier, casada y madre de tres niños, titulada de la Chile, profesora de la UC y directora ejecutiva del Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago, logró 779 votos en la elección para nueve consejeros del Colegio de Abogados. Julio Pellegrini, consejero saliente, director de Enel y árbitro del CNA, le había sugerido participar y ella ganó con la primera mayoría nacional, obteniendo tres sufragios más que su compañero de lista y vicepresidente, Pedro Pablo Vergara (su lista, la Gremial, tuvo 6.417 votos) y eso que la semana previa a los comicios estaba de vacaciones.

En la primera elección con cuota de género, en que al menos 40% de los cargos deben ser de hombres o mujeres, tan alta fue la votación de las candidatas de las cuatro listas, que dos debieron ceder sus puestos a hombres.

—El resultado parece darle la razón a Jorge Correa Sutil, que renunció cuando se aprobó la norma de cuotas porque dijo que torcía la voluntad del votante .

—Tengo un profundo respeto por don Jorge. Tenemos una relación de amistad. Dicho eso, Jorge, Pedro o quién fuera podía manifestar su opinión ante una propuesta que se debatió, que se aprobó y que sí comparto, en la medida en que es una propuesta temporal, que ayuda a dar visibilidad a las mujeres y a motivar a muchas que tal vez miraban esto desde lejos o como algo inalcanzable. Tuvo tan buen resultado que dos consejeras debieron ceder sus puestos por la proporción acordada. ¿Eso va contra lo que los electores quieren? Esto ya ocurría así en el Colegio, por el sistema proporcional, que busca que en este gremio se sientan representados distintos pensamientos.

En su CV define a la exsenadora y expresidenta del Colegio Olga Feliú como su maestra. ¿Cómo la conoció?

—Empecé con ella en marzo de 1998, cuando había dejado de ser senadora. Fue circunstancial. Ella con don Waldo (Ortúzar) eran muy amigos del tío Miguel Gazitúa y de la tía Anita de los Ángeles, a su vez muy amigos de mis abuelos, y fue así que mi abuela llamó a la señora Olga para felicitarla por su labor como senadora y entonces empezaron una conversación sobre sus nietos y en un momento mi abuela le dice 'y mi cuarta nieta estudia Derecho en la U. de Chile, le gusta mucho Constitucional, es ayudante de José Luis Cea'. Y la señora Olga le dice: 'Por favor, Nana, que venga a hablar conmigo mañana'. Así llegué donde ella, conversamos un par de minutos, pensé que era una entrevista más y por eso le dije: '¿Cómo lo hacemos? Yo quedo atenta'. Y ella me respondió: 'Sí, nos vemos mañana'. Así fueron años, desde 1998 hasta cuando ella murió (2017). Yo estaba en Harvard, donde ella misma me había mandado, diciéndome que tenía que ser una 'chica Harvard'. Le dejé una carta, que leyeron sus hijas, así que sentí que nos habíamos despedido y que de alguna manera ella había esperado que yo no estuviera.

¿En qué fue su maestra?

—Yo partí cuando tenía 20 años con ella y siento que con mucha paciencia y mucho cariño me enseñó a escribir, me enseñó a preparar una reunión. Me dijo mil veces que lo que yo había escrito estaba mal escrito. Me hizo repetir papeles y yo decía: 'Esta señora, qué quiere que escriba'. Hoy lo agradezco profundamente. Fue una transferencia de conocimientos jurídicos y, tal vez, de una mirada de vida.

—Fue fiscal de Economía en el primer gobierno de Piñera. ¿Lo siente un triunfo doble, en una área donde predominan hombres?

—La palabra triunfo no me gusta, porque me imagino una guerra. Prefiero hablar de que he tenido buenas oportunidades, que muchas veces han sido fruto del esfuerzo y el trabajo. Alguna vez pensé: 'Qué suerte que tengo', pero mi suegro me corrigió y me dijo: 'La suerte dura segundos o se va, lo que queda es la perseverancia y el trabajo, así que no digas que esto es suerte'. Mi camino profesional ha sido muy acompañado por mi familia, mis amigos, mi jefe, por profesores que me inspiraron. La cultura juega en contra de la visibilidad de mujeres profesionales y capaces, pero eso está cambiando.

—¿Cómo compatibilizar el trabajo con ser madre de tres niños?

—Cuando uno es madre se hace cuesta arriba, pero la vida no la puedo ver de otra manera que no sea en equipos. Mi gran ayuda es mi marido. Tengo tres hijos maravillosos, pero también la ayuda de mi mamá, de mi suegra, mi familia. En la Fiscalía del Ministerio de Economía un día alguien llegó y me dijo: '¡Una mujer! Si el fiscal del ministerio nunca ha sido una mujer'. Eso lo he sentido y lo he vivido, pero una tiene que avanzar y, en la medida que pueda, darles consejos a las mujeres que vienen y transmitir esta posibilidad de conciliar el trabajo con la familia. Reconozco que no todos cuentan con una red que yo agradezco profundamente. Es importante destacar la flexibilidad que se le dé a una en el trabajo. Cada vez que he ingresado a un lugar a trabajar me he sentido muy acompañada.

—Se fue a vivir a Puerto Varas, donde su marido tenía una oportunidad laboral. ¿Se sintió postergando su carrera?

—En 2004 nos fuimos. Nos sacamos la lotería por esa oportunidad laboral de Rodrigo. Hay distintas etapas en mi vida y me tocó acompañarlo a él. A los pocos meses me encontré con la (abogada) Fernanda Sosa, mi gran socia, con quien fundé S y L Abogados. Fue una experiencia maravillosa. ¿Me postergué por mi marido? Jamás. Somos socios en nuestras profesiones, en nuestro matrimonio, en nuestro rol de padres.